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LA POLÍTICA NO DEBERÍA TENER COLOR

Por Beatriz Morel.


En todo el mundo es normal que para cada elección aparezcan las listas y, hoy día son aún más numerosas las listas nuevas. Los afiliados de los partidos tradicionales son fanáticos porque arrastran la tradición familiar de pertenecer al mismo, sabiendo que sus adherentes llevan directo al abismo al partido y al país.


Al menos, estamos experimentando una época en que una población de jóvenes está despertando en un nuevo amanecer de sueños y esperanzas. A este grupo de mentes abiertas ya no les importa el color del pañuelo sino ver enarbolado en el cielo azul el lienzo patrio tricolor, por el presente y por los que vendrán. 

Ahora bien, los aletargados por sus partidos tradicionales no hacen otra cosa que, atrasar a su pueblo con reuniones de halagos y apologías al caudillismo, tan antigua y desfasada. Adular es el trabajo de muchos para ganar espacio, ser reconocidos, pero ante la vista del público hacen el ridículo. Estos fanáticos viven a oscuras al servicio de sus “lideres”, pasando por humillaciones diversas, situación que pasa y suele ser motivo de cambiar de carpa.

Sin mencionar que militar en los partidos tradicionales es aprender y ganar experiencia para perfeccionarse en la corrupción, las mentiras, las traiciones, los robos sin dejar evidencias, pero con evidentes huellas que se notan en un pueblo hambreado, en una población sin progreso, en una comunidad carente de todo: calles, rutas, hospitales sin equipos e insumos, sin escuelas ni útiles ni meriendas, etc. Pero sus adherentes, al parecer no quieren darse cuenta y ver la realidad porque, en cuanto egoístamente reciben beneficios ocasionales, ellos están tranquilos y no les importa lo que pasa o deja de pasar en su propia comunidad, personas así son los que votan por los colores y las tradiciones. Es una pena.
Si los tradicionalistas “liberados y coloral” como dice una amiga, si estos siguen con su fanatismo van a perder nuevamente la municipalidad de Ciudad del Este, es hora de que pensemos en el pueblo y en seguir depurando la institución municipal, los que estuvieron antes dilapidaron la institución dejando al punto de calavera. Pero el pueblo no se rinde, malherido seguimos en la lucha hasta conseguir levantar del aniquilamiento en que lo sumieron. Nuestro voto vale y hagamos valer mucho más para que el bienestar alcance a toda la población. Basta de fanatismo absurdo, porque los corruptos van cayendo como pieza de dominó y ojalá se sequen como semillas tiradas sobre rocas.