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EL SUEÑO DE LOS GATOS

Los gatos duermen mucho, de 16 a 18 horas diarias, es decir de un 66 a un75% de cada 24 horas, esto también dependerá de su ambiente y la compañía, por lo tanto, los gatos solitarios dormirán más que los que tienen compañía. Los gatitos pequeños duermen el 90% del día, pero ya a las tres o cuatro semanas este tiempo se reduce al del adulto, es decir más o menos un 60%.



De acuerdo a encefalogramas realizados cuando el gato duerme, se distinguen, según su actividad cerebral, fases de sueño ligero y fases de sueño profundo. Cuando el sueño es ligero, los músculos no quedan totalmente relajados, y el gato se despierta periódicamente tras pocos minutos de sueño y puede disfrutar de estas siestas también sentado o medio tumbado. Este sueño que ocupa aproximadamente un 70% del descanso del gato es lo que se ha llamado en inglés "cat nap", que equivaldría en castellano a "echar una cabezada", o el famoso “pira kutu”.

En otoño o invierno preferirán tomar la siesta con los rayos solares, compensando así su ligero descenso de temperatura corporal durante el sueño, aunque también 
le atraen mucho los sitios blandos y calientes como la cama, pero pueden dormir en el sitio que les provoque, siempre y cuando se sientan seguros y estén fuera del alcance de cualquier perturbador de su tranquilidad. 

Tras un sueño ligero de unos treinta minutos, el gato suele entrar en una fase de sueño profundo. Los ojos se mueven rápidamente, aunque los párpados permanecen cerrados. Los períodos de sueño profundo, son alternados con sueño ligero.

Durante el sueño profundo, existe evidencia externa, aparte del movimiento de los ojos, de que el gato sueña, o al menos tiene experiencias semiconscientes, 
similares a los sueños humanos: hay cambios de postura corporal, movimientos con patas y uñas, movimiento de los bigotes, de las orejas y a veces vocalización.

En el sueño profundo del gato, su cerebro está tan activo como cuando está despierto, y sus sentidos están iguales de alertas para la recepción de estímulos. No intente tirarle de su cola cuando esté durmiendo, pues su respuesta será inmediata. Esto también es aplicable a estímulos positivos: olfativos ante un buen bocado o disfrutando de caricias.