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LEYENDA DEL ÑANDUTI


Edición 131REVISTA DE PRIMERA MANO






Cuentan que había una vez un muchacho, hijo del jefe de la tribu que por fuerte y veloz se lo llamaba «Ñandú Guasú». Un día se dio cuenta que estaba profundamente enamorado de una muchacha joven y hermosa. Ellos habían crecido juntos. Muchos muchachos que andaban por ahí estaban interesados también en ella y Ñandú Guasú, al darse cuenta de eso, ya quería casarse rápidamente con ella.


Esa muchacha le dijo: – Nos casaremos si me traes un obsequio de verdad, que sea diferente de los demás, un presente bello y por consiguiente que no pueda ser reemplazado, así me demostrarás tu amor – le dijo.

 Así dijo también la muchacha a los demás muchachos. En poco tiempo se juntaron en su casa tantas cosas bellas que llegaban de los alrededores. Se le traía collares hechos de plumas multicolores de aves, acaso si no eran aretes de piedrecillas brillantes o de origen cristalino.
También le traían esas pulseras de todo tipo tejidas de estrellas, y esas flores de las más bellas de nuestros bosques verduzcos.


Pero de entre esos regalos ninguno provenía de Ñandú Guasú.
A Ñandú Guasú no se lo vio más por allí. Había ido por el bosque a buscar algo bello que pueda ablandar el corazón de la muchacha. Sólo quería encontrar alguna cosa que pueda traer y ver si sensibilizaba a su amada.

Cuando andaba por lo lejos, como quien algo ha perdido, de pronto encontró al Duende Bondadoso del Bosque que estaba tejiendo una tela entramada brillante que lucía con los colores del sol. Ñandú Guasú esperó que se termine el tejido por la rama de un árbol, y cuando iba a tomarlo para llevárselo a su amada, se le acercó «Yasý Ñemoñaré», que andaba también entusiasmado por la muchacha.

Allí mismo se enfrentaron en una larga pelea. Ñandú Guasú doblegó a Yasý Ñemoñaré y cuando iba a tomar el preciado tejido, trabajo del Duende Bondadoso del Bosque, se soltaron los hilillos y se deshizo la obra en sus manos. Después de mucho intentar, Ñandú Guasú quedó nuevamente sin nada. Se sentó por eso sobre un tronco
seco acostado a pensar. Estando así, vio de pronto a su anciana madre venir hacia él con la intención de ayudarlo. Viendo lo que sucedió a su hijo, procedió a arrancar sus cabellos blancos y empezó a tejerlos.

Tejió de esa forma una obra preciosa, muy parecida a la del Duende Bondadoso del Bosque, y que podía ser acariciada y fregada sin deshacerse. A la luz del sol, el tejido se contagiaba de variados colores, rojo, amarillo, azul, blanco y «Ñandutí». Esto significa «canas de avestruz». Esto significa «canas de avestruz» Por esto también llamaron ñandú a esos animalillos que andan por los bosques tejiendo algo parecido al trabajo de la anciana.

Desde aquella vez las nuevas generaciones de mujeres, hasta las señoras, señoritas y niñas incluso, descendientes paraguayas, hacen este bello trabajo que no deja de ser admirado y que resplandece como el sol, con colores que lo adornan con donaire y que deslumbra nuestros ojos con ternura y alegría.


     TEJIDO DE ARAÑA
El Ñandutí, palabra guaraní que significa «blanco de araña», es el nombre que se le dio en el Paraguay a un encaje de agujas, su nombre proviene del ñandú, arácnido que fabrica con trabajo y paciencia la tela de araña semejante al diseño del encaje.

El Ñandutí corresponde a una de las expresiones populares características del Paraguay, basados en antiguos encajes españoles y de origen incierto. Viene de la época de la colonia - Arte colonial, y según sus motivos recibe diferentes nombres.

Roquette Pinto, un antropólogo
brasileño, fue el primero que recogió y clasificó sus motivos elementales en un trabajo de campo en Itauguá, patria de esta artesanía, ciudad fundada en 1728. La comercialización de este producto es la principal fuente de trabajo e ingresos de esta localidad. Se utiliza con frecuencia como encajes de prendas de vestir manteles, cortinados, etc.

El origen más probable del Ñandutí, «tela de araña» o «encaje del Paraguay» es el encaje de Tenerife (Islas Canarias), llegando con la colonización en los siglos XVII y XVIII.


Hasta hace muy poco tiempo era común encontrar tejedoras que hilaban sus propios hilos, usando el he'y (huso) y telares caseros, en la actualidad se utilizan hilos industriales. Se tejen sobre bastidor de madera liviana y un lienzo, las que una vez terminado el encaje se eliminará,
sus diseños tienen referentes ciencias animales o vegetales de los que reciben sus nombres:  Arasa Poty, Arasa Avati, Panambi entre otros.