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COMO MANEJAR AL NIÑO EN EL PEDIATRA




En ocasiones manejar al niño cuando se acude al pediatra para realizar una revisión de control o asistir algún problema de salud imprevisto, resulta complicado, debido a que el niño o el bebé, asustado, no sólo no colabora, sino que dificulta de forma importante la actuación del médico.


Se seguir las indicaciones del pediatra, porque normalmente éste tiene ya una experiencia amplia y sabe cómo manejar la situación. Él puede hacer recomendaciones al niño, hablándole en su propio idioma, así como, recomendaciones a los padres o cuidadores sobre su comportamiento y actuación durante la visita médica.



Los padres deben saber que un bebé o un niño no es un adulto en miniatura, sino que se trata de una persona aún en fase de maduración con características propias en su comportamiento y en su forma de entender el mundo y de hacerse entender por él.


Dado que el niño y, particularmente el bebé, no conoce aún el lenguaje verbal, expresará su malestar de una forma singular que fundamentalmente los padres y también el pediatra experto serán capaces de interpretar y traducir. Un bebé puede manifestar un malestar simplemente mediante la aparición de un comportamiento distinto al habitual, algo que si los padres o cuidadores son observadores, podrán detectar inmediatamente para actuar con diligencia y rapidez.

Cuando un niño reacciona con irritación o gritos ante el pediatra, normalmente el problema es menos grave que cuando el niño permanece inactivo, apático, aletargado o no presenta resistencia durante la exploración, en este último caso normalmente el problema es más grave.

Cuando el niño tiene ya una cierta capacidad de comprender las cosas no es conveniente mentirle, pues ello le crea inseguridad y reaccionará de modo irracional y agresivo al darse cuenta del engaño. Con un poco de tacto y mano izquierda y con mucha paciencia y cariño se le pueden decir las cosas al niño de modo que éste poco a poco acepte la situación y colabore. Ganarse la confianza del niño es todo un reto y la sinceridad es un factor importante a este respecto. Dado que el pediatra no puede preguntar directamente al niño acerca de sus molestias y de los antecedentes de la enfermedad, la información que proporcionen los padres es muy importante. Por ello, siempre debe acompañar al niño alguien que le conozca bien.

Los gritos y el llanto pueden alterar algunos parámetros clínicos como la tensión arterial, 
la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, el color de la piel y otros datos que 
el médico deberá interpretar en su contexto.

Edición 113 Dic/15