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¿Se puede ser distinto en la vida virtual y real?



Edición 131
REVISTA DE PRIMERA MANO
Es complicado mantenerse ajeno a las redes sociales. Quién más, quién menos, todas las personas jóvenes viven en ese entorno virtual. De ellos depende la cara que muestran en internet. 


Los adolescentes pasan más tiempo en el mundo virtual y eso favorece más alias, pero no son los únicos que tienen avatares digitales. Hay un montón de gente adulta en redes sociales como Twitter, donde eso se da. Basta con ver los nombres elegidos como usuarios.

En general, en la vida virtual y en la real somos distintos porque lo virtual no exige poner el cuerpo y eso, junto al anonimato, desinhibe y hace que el compromiso de cada uno respecto a sus dichos cambie, en algunos casos, radicalmente. Para algunas personas puede llegar a ser como un carnaval diario, donde uno elige el disfraz que prefiere.
  
¿Un mundo feliz?
¿El mundo de felicidad que muestra gran parte de las redes sociales puede crear frustración y tristeza en sus usuarios? Es una realidad que, como la analógica, tiene también un punto de ficción, en este caso más acusada ya que permite fantasear sin tantos obstáculos, sobre todo en aspectos relacionales (vínculos y sexualidad). La decepción siempre es proporcional al nivel de idealización que uno hace, pero no es necesariamente mayor.

Las personas obtienen un nivel global de satisfacción en la vida que deriva de fuentes diversas tales como la familia, la pareja, el trabajo, las relaciones sociales o las aficiones en las que están implicadas. Cuando un individuo no consigue diversificar sus fuentes de satisfacción o se siente insatisfecha en algunas de ellas, puede recurrir al mundo virtual en un intento de compensar en el mundo virtual lo que no tiene en el mundo real.

Recurre, entre algunas cuestiones importantes, a la comparativa del mundo proyectado por sus amigos virtuales, a la cantidad de estos amigos y al número de likes que suelen tener cada una de las publicaciones que realiza.

En las 'app' para ligar
En el caso concreto de las aplicaciones de teléfonos inteligentes creadas para ligar, muchos hombres ponen fotos suyas maqueadas para dar mejor imagen y, por supuesto, evitan los perfiles más problemáticos, en aras del éxito. Al final, estas app sirven para cosas imprevistas inicialmente: hablar, conocerse… y sin necesidad de sexo real.

¿Puede haber detrás un trastorno de la personalidad?
Cuando se actúa de manera distinta en el mundo virtual y real, en algunos casos, aunque son pocos, puede haber un trastorno, pero habitualmente es una consecuencia de la interacción virtual que desvincula nuestros dichos de lo presencial y, por tanto, del compromiso y la vergüenza.

Riesgo de adicción a las redes sociales
Un aspecto de especial importancia es el riesgo de adicción a las redes sociales.  La inmediatez en la respuesta y las recompensas, la interactividad y las múltiples ventanas con diferentes actividades (multitask) es uno de los mayores atractivos de las tecnologías de la comunicación y la información (TIC) para los jóvenes en la actualidad. El uso de las TIC, en general, es positivo, siempre que la moderación no brille por su ausencia. Un aspecto fundamental es no dejar de lado el resto de actividades que se encuentran en la base de la formación de la identidad del joven y que son propias de una vida normal (estudiar, hacer deporte, ir al cine, salir con los amigos o relacionarse con la familia).

Cuando el aislamiento aparece como consecuencia del abuso de internet, debemos alarmarnos y poner en marcha acciones que eviten la aparición de alguna de las consecuencias de abuso del mismo como ansiedad, baja autoestima y pérdida de control.

Los perfiles de riesgo en la adicción a las redes sociales no difieren en gran medida de los rasgos fundamentales que presentan las personas para otro tipo de adicciones como drogas o alcohol. Algunos factores importantes que pueden hacer que las personas centren la mayor parte de su tiempo en redes sociales: una baja autoestima o bien estar pasando una situación conflictiva de pareja, estrés, un desengaño amoroso o dificultades en los estudios.

El rango de edad en el que esta propensión a la adicción a internet es más peligrosa se sitúa entre los 15 y los 20 años, al igual que en el caso de la adicción a drogas, ya que el primer consumo de estas sustancias suele darse entre los 13 y 15 años.

Los adolescentes son el mayor grupo de riesgo. Su tendencia a buscar nuevas sensaciones y su mayor tasa de conexión a internet, junto con la mayor familiarización en las TIC, hacen que estos sean los principales afectados por la doble cara de la moneda de las redes sociales (beneficios y perjuicios de las mismas).

Hay veces, sin embargo, en que en la adicción subyace un problema de personalidad: timidez excesiva, falta de habilidades sociales en situaciones de interacción, baja autoestima o rechazo de la imagen corporal. Otras veces se trata de personas que muestran una insatisfacción personal con su vida e intentan llenar esa carencia con un mundo no real o ficticio en redes sociales.

 La falta de cohesión familiar o déficit de relaciones sociales pueden incitar a una persona a compensar en el mundo virtual las carencias del mundo real. En estos casos, internet o las redes sociales actúan como apoyo 'psicotecnológico' de diferentes carencias socioemocionales.